La belleza del día: “El rinoceronte”, de Pietro Longhi
Al italiano Pietro Longhi (1701 – 1785) no le iba bien como pintor de escenas religiosas e históricas. A pesar de su empeño, no lograba venderlas y la frustración, lo lleva en otra dirección: la pintura de género de tono costumbrista de la sociedad veneciana y ahí sí, la posteridad. El rinoceronte, que se encuentra en Ca' Rezzonico, es una de sus obras más importantes, sino la más y quizá, el pobre animal, es el personaje histórico más destacado que llevó a un lienzo.
“El rinoceronte” (1751), de Pietro Longhi. Oleo sobre lienzo (62 x 50 cm), en Ca' Rezzonico, Venecia, Italia
Como era común en la época rococó, dejó Venecia para estudiar en Bolonia. Tuvo instrucción con el veronés Antonio Balestra y con Giuseppe Maria Crespi, lo Spagnoletto, quien tendría una mayor influencia en su obra y le recomendaría dejar el historicismo y abocarse a lo mundano, tomano como ejemplo al gran Antoine Watteau.
Longhi no es técnicamente un pintor refinado -de hecho pinta casi toda su obra en pequeños formatos-, pero tiene una mirada y eso, en el arte, puede hacer la diferencia. Sus trabajos costumbristas se destacan por su toque irónico, con una cuota de humor, que rompía con la obra rígida y esencialmente documental.
Al italiano Pietro Longhi (1701 – 1785) no le iba bien como pintor de escenas religiosas e históricas. A pesar de su empeño, no lograba venderlas y la frustración, lo lleva en otra dirección: la pintura de género de tono costumbrista de la sociedad veneciana y ahí sí, la posteridad. El rinoceronte, que se encuentra en Ca' Rezzonico, es una de sus obras más importantes, sino la más y quizá, el pobre animal, es el personaje histórico más destacado que llevó a un lienzo.
“El rinoceronte” (1751), de Pietro Longhi. Oleo sobre lienzo (62 x 50 cm), en Ca' Rezzonico, Venecia, Italia
Como era común en la época rococó, dejó Venecia para estudiar en Bolonia. Tuvo instrucción con el veronés Antonio Balestra y con Giuseppe Maria Crespi, lo Spagnoletto, quien tendría una mayor influencia en su obra y le recomendaría dejar el historicismo y abocarse a lo mundano, tomano como ejemplo al gran Antoine Watteau.
Longhi no es técnicamente un pintor refinado -de hecho pinta casi toda su obra en pequeños formatos-, pero tiene una mirada y eso, en el arte, puede hacer la diferencia. Sus trabajos costumbristas se destacan por su toque irónico, con una cuota de humor, que rompía con la obra rígida y esencialmente documental.